Los libros de caballerías (O bellaquerías) nublaban el seso pero animaban el espíritu de los hombres. Las mujeres, en cambio, tenían que leerlos a escondidas de padres y maridos (27/08/10).
El más estrafalario servicio que nunca tuvieron que prestar las dos rameras con las que topó Don Quijote fue armarle caballero. Fue la única vez en su deambular por ventas y caminos machegos en el que un hombre las trató como auténticas damas (13/03/10).
Don Quijote se empeñó en conseguir el yelmo encantado del rey moro Mambrino y puso el ojo en la bacía de un cirujano-barbero de los que deambulaban por los camino manchegos (06/03/10).
Una de las mayores quijotadas del loco hidalgo fue la liberación de unos galeotes que iban camino de embarcar para cumplir su pena bogando en la Armada de Felipe II. Las naves del rey necesitaban miles de brazos para el avance de las galeras. (20/03/10)
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